José Saramago fue un escritor portugués que alcanzó el reconocimiento internacional en la madurez, convirtiéndose en Premio Nobel de Literatura en 1998. Su vida estuvo marcada por la humildad de sus orígenes, la perseverancia en la escritura y un compromiso social y político que impregnó toda su obra
Biografía
Orígenes humildes
José de Sousa Saramago nació el 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga, un pequeño pueblo agrícola de Ribatejo, Portugal. Hijo de campesinos sin tierra, creció en un entorno de escasez. Su apellido “Saramago” fue añadido por un funcionario del registro civil y proviene de una planta silvestre que se utilizaba como alimento en tiempos de necesidad.
En 1924, la familia se trasladó a Lisboa, donde su padre trabajó como policía. La infancia de Saramago estuvo marcada por la pobreza y la pérdida: su hermano mayor murió poco después del traslado. Aunque mostró gran interés por los estudios, tuvo que abandonar la educación formal a los 15 años por falta de recursos y comenzó a trabajar como cerrajero mecánico.
Primeros pasos profesionales
Durante su juventud desempeñó diversos oficios: mecánico, empleado en una caja de pensiones, traductor y periodista. Su contacto con el mundo editorial lo acercó a la literatura, colaborando en revistas como Seara Nova. En 1975 fue nombrado subdirector del diario Diário de Notícias, aunque fue destituido tras el cambio político en Portugal.
Saramago se afilió al Partido Comunista Portugués, lo que le valió censura y dificultades durante la dictadura de Salazar. Tras la Revolución de los Claveles en 1974, se dedicó plenamente a la escritura y la edición
Carrera literaria
Su primera novela, Terra do pecado (1947), pasó desapercibida.
Durante décadas, Saramago permaneció en silencio literario, hasta que en los años 70 retomó la escritura. El verdadero punto de inflexión llegó en 1980 con Levantado del suelo, obra que consolidó su estilo característico: frases largas, ausencia de puntuación convencional y un tono narrativo que mezcla lo real con lo fantástico.
A partir de ahí, publicó novelas que lo situaron entre los grandes escritores contemporáneos:
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Memorial del convento (1982)
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El año de la muerte de Ricardo Reis (1984)
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Historia del cerco de Lisboa (1989)
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El Evangelio según Jesucristo (1991), polémica por su visión crítica de la religión
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Ensayo sobre la ceguera (1995), una de sus obras más influyentes
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Las intermitencias de la muerte (2005)
Reconocimiento internacional
El prestigio de José Saramago comenzó a consolidarse en los años noventa, cuando su voz literaria ya era reconocida en Portugal y en gran parte de Europa. En 1995 recibió el Premio Camões, el galardón más importante de la literatura en lengua portuguesa, que lo situó definitivamente como referente cultural de su país y abrió las puertas a un público más amplio en el mundo lusófono.
Tres años más tarde, en 1998, llegó el reconocimiento universal: el Premio Nobel de Literatura. Con este galardón, Saramago se convirtió en el primer escritor portugués en obtenerlo, un hecho histórico que llenó de orgullo a su nación y que lo consagró como una de las voces más influyentes de la narrativa contemporánea.
La Academia Sueca destacó su capacidad para “dar vida a parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía”, subrayando cómo sus novelas, a medio camino entre la fábula y la crítica social, ofrecían una mirada lúcida sobre la condición humana. Obras como Ensayo sobre la ceguera o El Evangelio según Jesucristo fueron citadas como ejemplos de su talento para transformar lo cotidiano en metáfora universal.
El Nobel no solo reconoció su estilo literario, sino también su compromiso ético y político: Saramago se convirtió en una figura pública que defendía la justicia social, la igualdad y la libertad de pensamiento. Desde entonces, su nombre pasó a formar parte del canon literario mundial, y sus libros comenzaron a traducirse a decenas de idiomas, llegando a lectores de todos los continentes.
Legado
José Saramago dejó una obra marcada por la crítica social, la reflexión filosófica y un estilo narrativo inconfundible. Sus novelas, con frases largas y un ritmo envolvente, se convirtieron en parábolas modernas que cuestionan la injusticia, la religión, el poder y la fragilidad humana. Su vida demuestra que el reconocimiento puede llegar en la madurez y que la constancia es la verdadera raíz del éxito, convirtiéndose en un ejemplo de perseverancia para quienes buscan reinventarse.
En 2007 se creó la Fundación José Saramago, con sede en Lisboa, dedicada a preservar y difundir su obra, promover la cultura y defender los derechos humanos y la libertad de expresión. Esta institución se convirtió en un puente entre su legado literario y el compromiso ético que siempre defendió.
Saramago falleció el 18 de junio de 2010 en Tías, Lanzarote, donde residía junto a su esposa Pilar del Río. Desde entonces, su voz sigue viva en cada lector que se acerca a sus páginas y en cada debate que sus ideas provocan. Hoy es recordado como uno de los grandes narradores del siglo XX, un escritor que transformó la palabra en conciencia y que dejó como herencia la certeza de que la literatura puede iluminar el mundo.
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