Castillo de Peñíscola: historia templaria, vistas al Mediterráneo y legado del Papa Luna en la Costa

Castillo de Peñíscola – Castellón, Comunidad Valenciana
Fortaleza templaria entre mar, roca y legado pontificio
En lo alto de un peñón que se adentra en el Mediterráneo, el Castillo de Peñíscola se alza como una corona de piedra sobre la ciudad vieja. Rodeado por agua en tres de sus lados, este enclave rocoso de 64 metros de altura ofrecía una defensa natural casi inexpugnable, convirtiéndolo en uno de los puntos más estratégicos de la costa levantina.
La ubicación no es casual: desde sus murallas se domina toda la Costa de Castellón, y en tiempos medievales, su posición permitía controlar el tráfico marítimo, vigilar incursiones piratas y proteger el acceso norte a la Corona de Aragón. Fue construido entre 1294 y 1307 por la Orden del Temple, sobre los restos de una antigua alcazaba árabe, con un diseño inspirado en los castillos de Tierra Santa.
Pero Peñíscola no solo fue bastión templario. En el siglo XV, se convirtió en sede pontificia del célebre Papa Luna (Benedicto XIII), quien transformó la fortaleza en palacio, biblioteca y refugio espiritual durante el cisma de Occidente. Desde entonces, el castillo no solo guarda historia militar, sino también memoria religiosa, política y cultural.
Hoy, sus muros siguen resistiendo el paso del tiempo, y desde sus torres se contemplan vistas espectaculares del Mediterráneo, mientras el eco de los templarios y del Papa Luna aún parece resonar entre sus estancias.

La huella templaria en Peñíscola
Entre cruzadas, piedra labrada y un legado que desafía el tiempo
Tras siglos de dominio musulmán, el peñón de Peñíscola pasó a manos cristianas en 1233, bajo el reinado de Jaime I el Conquistador. Pero fue su sucesor, Jaime II, quien entregó este enclave privilegiado a la Orden del Temple, una de las más poderosas y enigmáticas órdenes militares de la Edad Media.
Entre 1294 y 1307, los templarios transformaron la antigua alcazaba árabe en una fortaleza románica austera y funcional, fiel a su estilo de vida. Muros de piedra labrada, bóvedas de cañón y una Basílica templaria de proporciones severas son testimonio de su paso. El Cuerpo de Guardia, con su solución abovedada, sigue siendo una joya arquitectónica que refleja la ingeniería templaria.
Durante este tiempo, el castillo fue considerado la última gran fortaleza templaria en la Corona de Aragón, y aunque no se conserva el nombre de un caballero específico que lo comandara, se sabe que fue un bastión clave en la red templaria hispánica, que llegó a contar con más de 100 castillos en España.
La caída de la orden en 1307, tras las persecuciones iniciadas por Felipe IV de Francia y el Papa Clemente V, dejó el castillo abandonado durante décadas. Pero su estructura resistió el paso del tiempo, y más de un siglo después, sería elegido por el Papa Luna (Benedicto XIII) como su sede pontificia, dando inicio a una nueva etapa de esplendor.
Arquitectura del Castillo de Peñíscola
Sobriedad templaria, elegancia pontificia y defensas renacentistas

El Castillo de Peñíscola es una obra maestra de la arquitectura medieval, donde cada piedra parece colocada con propósito y convicción, el conjunto refleja la austeridad románica propia de la orden: funcional, sobrio y resistente.
Los templarios no buscaban ornamentos, sino eficacia. Por eso, el castillo presenta muros gruesos, bóvedas de cañón y una Basílica templaria de proporciones severas, que aún conserva su ábside semicircular iluminado por un pequeño ventanal. El Cuerpo de Guardia, con su solución abovedada, es una de las joyas arquitectónicas del recinto.
Cuando el Papa Luna lo convirtió en su residencia en el siglo XV, añadió estancias más refinadas, como la biblioteca pontificia, salas de audiencia y espacios privados, sin romper con el espíritu sobrio del conjunto. La arquitectura cisterciense, con su desnudez espiritual, siguió marcando el tono.
Más tarde, en el siglo XVI, Felipe II reforzó las defensas para resistir ataques piratas. El arquitecto Juan Bautista Antonelli añadió un parque de artillería y nuevas murallas, mientras Juan de Herrera —sí, el del Escorial— proyectó el imponente Portal Fosc, una entrada monumental que aún impresiona.
Así, el castillo es un palimpsesto de estilos: templario, pontificio, renacentista… Cada época dejó su huella, y recorrerlo es como leer un capítulo distinto de la historia de España.
Espacios destacados dentro del castillo

Sala del Papa Luna
Este espacio está dedicado a la figura de Benedicto XIII, el Papa Luna, cuya historia está íntimamente ligada al castillo. Aquí se exponen documentos, objetos históricos, y paneles explicativos que narran su papel en el Cisma de Occidente, su vida en Peñíscola y su legado político y espiritual. La sala ofrece una atmósfera solemne, con iluminación tenue y música ambiental que transporta al visitante al siglo XV.
Basílica templaria
Ubicada en el corazón del castillo, esta pequeña iglesia de estilo románico conserva su ábside semicircular original y muros de piedra desnuda que evocan la espiritualidad austera de los templarios. Aunque sencilla en decoración, su valor histórico es inmenso: fue lugar de oración para los caballeros y más tarde, espacio de reflexión para el Papa Luna. Hoy se utiliza ocasionalmente para conciertos de música sacra y visitas guiadas temáticas.
Terraza panorámica
Desde lo alto del castillo, esta terraza ofrece una de las vistas más impresionantes del Mediterráneo. A un lado, el azul infinito del mar; al otro, la silueta verde de la Sierra de Irta. Es el lugar perfecto para tomar fotografías, disfrutar del atardecer o simplemente contemplar el paisaje que ha sido testigo de siglos de historia. En verano, se convierte en escenario de conciertos nocturnos y observaciones astronómicas.
Cuerpo de Guardia
Este espacio funcional era el centro de vigilancia y control del castillo. Conserva elementos originales como troneras, bancos de piedra y accesos estratégicos que muestran la ingeniería militar templaria. Hoy se puede recorrer libremente, con paneles informativos que explican su uso y evolución a lo largo de los siglos. Es ideal para quienes disfrutan de la arquitectura defensiva y los detalles tácticos.
Patio de armas
El corazón del castillo, donde se desarrollaba la vida militar, ceremonial y cotidiana. Rodeado por muros imponentes, este amplio espacio al aire libre servía para entrenamientos, desfiles, reuniones y actos solemnes. Actualmente, es el escenario principal de eventos culturales como el Festival de Teatro Clásico, recreaciones históricas y exposiciones temporales. Su acústica natural y su atmósfera medieval lo convierten en un lugar mágico para disfrutar del arte y la historia.
El Papa Luna en Peñíscola
Un pontífice rebelde, una fortaleza como trono y una leyenda que perdura

En el convulso siglo XV, cuando la cristiandad se debatía entre varios papas y el Cisma de Occidente dividía Europa, un aragonés tenaz decidió no ceder. Pedro Martínez de Luna, más conocido como Benedicto XIII de Aviñón, o simplemente el Papa Luna, se negó a renunciar a su título pontificio, incluso cuando Roma y gran parte de Europa lo consideraban ilegítimo.
En 1411, se trasladó al Castillo de Peñíscola, convirtiéndolo en su sede pontificia, su palacio, su refugio y su bastión espiritual. Allí vivió rodeado de fieles, eruditos y clérigos, transformando las estancias templarias en salas de audiencia, biblioteca y capilla. En este enclave rocoso, defendido por el mar y por su férrea voluntad, mantuvo su posición hasta el final, dando origen a la famosa expresión española:
“Mantenerse en sus trece” —en referencia a su negativa a renunciar al papado, incluso cuando todo parecía perdido.
Durante su estancia, el castillo se llenó de vida intelectual y religiosa. Se celebraron concilios, se escribieron tratados, y se tejieron alianzas. Tras su muerte en 1423, sus restos reposaron temporalmente en la Basílica templaria del castillo, antes de ser trasladados.
El legado del Papa Luna no es solo político o religioso: es el símbolo de una convicción inquebrantable, de un hombre que desafió imperios y dogmas desde una fortaleza que aún parece guardar su espíritu entre sus muros.
Leyendas y curiosidades del Castillo de Peñíscola
Entre milagros, secretos templarios y cine épico

La tormenta del Papa Luna. Una de las leyendas más célebres cuenta que, cuando Benedicto XIII huía de Francia tras varios intentos de envenenamiento, embarcó rumbo a Peñíscola. En medio del mar, una tormenta feroz amenazó con hundir la galera. El anciano pontífice se alzó en la proa y exclamó:
“¡Señor, si soy el verdadero Papa, sálvanos!” El mar se calmó milagrosamente, y desde entonces, el Papa Luna se atrincheró en el castillo, convencido de su legitimidad.
¿El Santo Grial en Peñíscola? Como bastión templario, el castillo ha sido vinculado con el Santo Grial, el mítico cáliz de la Última Cena. Aunque no hay pruebas concluyentes, algunos creen que los templarios pudieron custodiar reliquias sagradas en sus estancias, aprovechando la seguridad del peñón.
Escenario de cine y series. Peñíscola ha sido escenario de grandes producciones, como Juego de Tronos, donde se transformó en Meereen, la ciudad de Daenerys Targaryen. También ha aparecido en películas como El Cid (1961), protagonizada por Charlton Heston y Sophia Loren.
El pasadizo secreto. Se dice que existe un pasadizo oculto que conecta el castillo con el mar, utilizado por los templarios y más tarde por el Papa Luna como vía de escape. Aunque no está abierto al público, su existencia sigue alimentando la imaginación de los visitantes.
El dragón de Peñíscola. Una leyenda local habla de un dragón marino que habitaba las aguas cercanas al peñón. Los templarios, según el mito, lograron ahuyentarlo con oraciones y símbolos sagrados. Hoy, algunos pescadores aún hablan de “movimientos extraños” en las profundidades.
Actividades culturales en el Castillo de Peñíscola
Recreaciones históricas del Papa Luna

Sumérgete en el siglo XV con las recreaciones teatrales que dan vida a la figura de Benedicto XIII, más conocido como el Papa Luna. Estas representaciones se realizan en los espacios más emblemáticos del castillo, como la Sala del Papa Luna y el Patio de Armas, y combinan historia, dramatización y escenografía medieval.
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Temática: vida del Papa Luna, el Cisma de Occidente, intrigas políticas y su legado en Peñíscola
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Formato: teatralizaciones con actores caracterizados, música medieval en directo y narración histórica
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Fechas: fines de semana de junio a septiembre
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Horarios:
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Sábados: 19:00 y 21:00
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Domingos: 12:00 y 18:00
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Duración: 45 minutos
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Precio: incluido con la entrada general al castillo
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Idioma: castellano (con opción de audioguía en otros idiomas)
Estas recreaciones no solo entretienen, sino que también educan, ofreciendo una experiencia inmersiva que conecta al visitante con el pasado templario y pontificio de Peñíscola.
Otros eventos culturales
Además de las recreaciones, el castillo acoge una programación variada durante todo el año:
Evento | Fecha | Horario | Precio | Ubicación |
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Festival de Teatro Clásico | Julio–Agosto | 22:00 | Desde 10 € | Patio de Armas |
Conciertos Nocturnos | Verano (varios días) | 21:30 | Entrada libre | Terraza panorámica |
Exposiciones temporales | Todo el año | Horario del castillo | Incluido | Sala del Papa Luna |
Talleres infantiles medievales | Agosto (fines de semana) | 11:00 y 17:00 | 3 € | Patio interior |
Paseo por el casco antiguo de Peñíscola

Caminar por el casco antiguo de Peñíscola es como abrir un libro de historia en cada esquina. Este barrio amurallado, presidido por el imponente Castillo del Papa Luna, conserva el alma medieval de la ciudad: calles empedradas, casas encaladas, plazas escondidas y miradores al mar que invitan a perderse sin prisa.
Entre los rincones más emblemáticos destacan:
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El Bufador: una grieta natural en la roca por donde el mar resopla con fuerza, creando un sonido único que da nombre al lugar.
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La Casa de las Conchas: una fachada cubierta por miles de conchas marinas, símbolo del amor por el Mediterráneo.
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Museo del Mar: con acuarios y exposiciones sobre la fauna marina local.
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Iglesia de Nuestra Señora de la Ermitana: junto al castillo, es el corazón espiritual del casco antiguo.
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El Faro de Peñíscola: coronando la ciudad, ofrece vistas espectaculares del horizonte marino.
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Parque de Artillería: jardines sobre las murallas con refugios de aves rapaces y zonas de descanso.
El paseo puede hacerse en unas dos horas, aunque lo ideal es dejarse llevar por el ritmo del lugar: curiosear en tiendas artesanales, probar la gastronomía local en pequeños restaurantes de la calle Jaime Sanz, o simplemente sentarse en una plaza a contemplar la vida pasar.
Y como dice la guía oficial: “Tómate tu tiempo y déjate atrapar por años de historia”.

Ven a descubrir Peñíscola: historia, mar y magia entre murallas
Peñíscola no es solo un destino, es una experiencia que se vive con los cinco sentidos. Desde el imponente Castillo del Papa Luna, testigo de cruzadas y pontífices rebeldes, hasta el laberinto de calles blancas que serpentean por el casco antiguo, cada rincón guarda una historia, una leyenda o una vista que te dejará sin aliento.
Camina sobre piedra templaria, escucha el mar rugir en el Bufador, contempla el Mediterráneo desde lo alto de las murallas y déjate envolver por el aroma de la sal y la historia. Peñíscola es cultura, es misterio, es belleza. Y está esperando que la descubras.

Castillo de Peñíscola:
Historia templaria, vistas al Mediterráneo y legado del Papa Luna en la Costa
Oficina de Turismo de Peñíscola
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Dirección: Paseo Marítimo, s/n (junto al Parque de Artillería)
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Teléfono: 964 48 02 00
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Correo electrónico: infoturismo@peniscola.es
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Web oficial: www.peniscola.es
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Horario de atención:
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Verano: de lunes a domingo, 10:00–14:00 y 17:00–20:00
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Invierno: de lunes a sábado, 10:00–14:00
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