La Biblioteca de Coimbra y sus murciélagos guardianes: una tradición única en Europa

Publicado el 30 de diciembre de 2025, 13:01
 Biblioteca Joanina, Coimbra

La biblioteca donde los murciélagos custodian la memoria

En el corazón de Coimbra, escondida tras muros barrocos y un silencio casi monástico, la Biblioteca Joanina guarda uno de los secretos más insólitos de Europa. Sus estanterías, talladas en maderas nobles y cargadas de manuscritos centenarios, parecen dormir bajo una penumbra dorada. Pero no están solas.

La parte real es esta: Cada noche, cuando las puertas se cierran y los visitantes se marchan, una colonia de pequeños murciélagos sale de las grietas del techo y sobrevuela la sala. No son una plaga: son huéspedes protegidos. Desde hace siglos, estos animales se alimentan de los insectos que podrían dañar los libros, actuando como un sistema natural de conservación. Los bibliotecarios lo saben y lo aceptan. Antes de cerrar, cubren los muebles con telas para protegerlos de los excrementos. Al amanecer, limpian y retiran las telas. Es un pacto silencioso entre humanos y naturaleza.

La parte legendaria es esta otra: Los estudiantes de Coimbra cuentan que los murciélagos no solo protegen los libros, sino también el conocimiento que contienen. Dicen que, en noches de tormenta, se los ve girar en círculos sobre los manuscritos más antiguos, como si vigilaran secretos que no deben despertar. Algunos incluso creen que son los espíritus de antiguos guardianes de la biblioteca, transformados en animales nocturnos para seguir custodiando la sabiduría.

Y así, entre lo comprobable y lo imaginado, la Biblioteca Joanina se convierte en un lugar donde la ciencia y el mito se dan la mano. Un espacio donde los libros respiran gracias a criaturas diminutas que vuelan en la oscuridad. Un recordatorio de que, a veces, la mejor tecnología de conservación es la que lleva millones de años perfeccionándose.

 Biblioteca Joanina, Coimbra

Visitar la Biblioteca Joanina: un viaje al corazón secreto de Coimbra

Entrar en la Biblioteca Joanina, en lo alto de la Universidad de Coimbra, no es una visita más: es un pequeño rito. Desde fuera, el edificio barroco parece solemne, casi severo. Pero al cruzar la puerta, la luz cambia, el aire se vuelve más denso y el silencio adquiere un peso antiguo.

Cómo es la visita

La biblioteca solo se puede visitar en grupos controlados, con entrada de horario específico. El acceso es breve —unos 10 a 15 minutos— porque la conservación de los libros exige controlar la humedad, la temperatura y la presencia humana.

El recorrido suele incluir:

  • La Sala de la Biblioteca Joanina, la joya barroca del siglo XVIII

  • La Sala de Exámenes Privados, con su atmósfera académica detenida en el tiempo

  • La Prisión Académica, un espacio sorprendente que recuerda la disciplina universitaria de otros siglos

No se permite hacer fotos con flash y, en algunos periodos, directamente no se permite fotografiar. Todo está pensado para proteger los manuscritos.

Lo que no se ve, pero se siente

Cuando el guía termina su explicación, suele mencionar —a veces con una sonrisa cómplice— que por la noche la biblioteca tiene otros guardianes. Y aquí entra la parte que convierte la visita en algo único:

Los murciélagos están ahí, aunque no los veas. Durante el día duermen escondidos en las vigas del techo. Por la noche salen a cazar insectos, protegiendo los libros de plagas que podrían destruirlos. Es un sistema natural de conservación que lleva siglos funcionando.

La experiencia sensorial

Mientras caminas por la sala principal, rodeada de estanterías de maderas exóticas y volúmenes encuadernados en piel, hay un momento en el que el visitante se queda quieto. No es por la belleza —que es evidente— sino por la sensación de estar en un lugar donde el conocimiento se conserva gracias a un equilibrio frágil y casi mágico.

La luz tenue, el olor a madera antigua, el silencio absoluto… y la certeza de que, en algún punto del techo, un murciélago duerme, ajeno a tu presencia, esperando la noche para cumplir su misión.

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