Melilla: guía turística con qué ver, dónde comer y cómo disfrutarla

Melilla: enclave singular en el norte de África

Melilla es una ciudad autónoma española situada en la costa nororiental de África, frente al mar Mediterráneo y a escasos kilómetros de la frontera con Marruecos. Este enclave, separado de la península ibérica por el estrecho de Gibraltar, representa una de las realidades más singulares del mapa español: una ciudad europea en suelo africano, donde conviven culturas, lenguas y tradiciones en un espacio sorprendentemente compacto.

Con apenas 12,3 km² de superficie, Melilla es la única ciudad española que combina tres atributos excepcionales:

  • Ubicación extrapeninsular

  • Frontera terrestre con otro país

  • Alta densidad patrimonial y arquitectónica en un espacio reducido

Este tamaño la convierte en una ciudad ideal para explorar a pie, donde cada calle ofrece una mezcla de modernismo, historia militar, legado sefardí y vida cotidiana multicultural. Desde los acantilados de Aguadú hasta las murallas de Melilla la Vieja, el viajero descubre una ciudad que desafía las expectativas y condensa siglos de historia en apenas unas horas de paseo.

Historia de Melilla: entre fenicios, fortalezas y fronteras

Melilla no nació ayer. Su historia es tan profunda como las rocas calcáreas sobre las que se asienta. Ya en el siglo VIII a. C., los fenicios fundaron un enclave comercial llamado Rusadir, que en púnico significa “cabo imponente”. Desde entonces, esta pequeña península ha sido codiciada por imperios y civilizaciones que dejaron huella en sus murallas, sus calles y su alma.

Tras los fenicios llegaron los cartagineses, y más tarde los romanos, que la integraron en la provincia de Hispania Transfretana. Rusadir fue colonia, puerto estratégico y punto de paso entre África y Europa. Luego vinieron los bizantinos, los visigodos y, en el siglo VIII, los musulmanes, que la rebautizaron como Melilia. Durante siglos, fue plaza comercial, ciudadela fortificada y refugio de culturas diversas.

Pero el gran giro llegó en 1497, cuando Pedro de Estopiñán, al mando del duque de Medina Sidonia y con el beneplácito de los Reyes Católicos, ocupó la ciudad. Desde entonces, Melilla se convirtió en bastión español en el norte de África, resistiendo asedios, negociando tratados y evolucionando como frontera viva entre dos mundos.

A lo largo del siglo XIX y XX, Melilla fue escenario de campañas militares, reformas urbanas y una explosión arquitectónica modernista que aún hoy sorprende al visitante. Su historia reciente está marcada por la convivencia de culturas —cristiana, musulmana, judía e hindú— que comparten espacio, tradiciones y futuro.

Hoy, Melilla es mucho más que una ciudad amurallada: es un cruce de caminos, una cápsula del tiempo y un laboratorio de convivencia. 


Melilla la Vieja y el Primer Recinto Fortificado


Melilla la Vieja: el núcleo fundacional

Aquí empezó todo.

Melilla nació entre piedras defensivas y vistas al mar, como vigía de imperios y refugio de culturas.

Sobre un peñón que se adentra en el Mediterráneo, se alza Melilla la Vieja, la ciudadela amurallada que guarda los secretos de más de 2.000 años de historia. Este enclave, también conocido como El Pueblo, es el corazón histórico de la ciudad y uno de los conjuntos fortificados más impresionantes de España.

Un viaje al pasado

Desde los fenicios, que fundaron Rusadir en el siglo VIII a. C., hasta los Reyes Católicos que la incorporaron a la Corona de Castilla en 1497, Melilla ha sido puerto, bastión y frontera. Las murallas que hoy recorres fueron levantadas entre los siglos XVI y XIX, y aún conservan baluartes, túneles, fosos y torreones que narran su pasado militar.

Qué ver en Melilla la Vieja

  • Puerta de Santiago y Plaza de Armas: acceso principal y punto de encuentro. (Puerta de Santiago en la imagen)

  • Museo de Historia Militar en el Baluarte de la Concepción.

  • Cuevas del Conventico: refugio natural y espacio expositivo.

  • Torreón del Bonete y Faro: vistas panorámicas al mar.

  • Centro de Interpretación de Melilla la Vieja: ubicado en el Torreón de las Cabras, ofrece una lectura visual y arqueológica de la evolución de los recintos


Museo Histórico Militar de Melilla: memoria entre murallas

En lo alto del Baluarte de la Concepción, donde el viento del Mediterráneo acaricia las piedras centenarias, se encuentra uno de los espacios más evocadores de Melilla: el Museo Histórico Militar. No es solo un museo, es una cápsula del tiempo que narra la historia de la ciudad desde su vocación defensiva hasta su papel estratégico en el norte de África.

Un enclave con historia

El baluarte, construido en el siglo XVI y modificado hasta el XVIII, fue almacén de pólvora, prisión, gabinete meteorológico y vivienda popular antes de convertirse en museo en 1997, con motivo del V Centenario de la españolidad de Melilla. Hoy, este espacio declarado Bien de Interés Cultural ofrece una colección de más de 600 piezas que ilustran la evolución militar de la ciudad.

Qué encontrarás

  • El famoso cañón “Calabrino”, gemelo de “El Caminante”, que marcó la frontera de Melilla en 1862.

  • Una máquina Enigma, símbolo de la inteligencia militar.

  • Objetos personales de figuras clave como el general Margallo y el coronel Morales.

  • Uniformes, mapas, dioramas, condecoraciones y maquetas que reconstruyen batallas, campañas y momentos clave.

Una visita con vistas

Además de sus dos salas expositivas, el museo cuenta con terrazas desde las que se contemplan vistas espectaculares de la ciudad, el puerto y la costa marroquí. Es un lugar donde la historia se respira y se observa.

Información práctica

  • Dirección: C/ Concepción, 5 – Melilla la Vieja

  • Horario: Martes a domingo, de 10:00 a 14:00 h. Lunes cerrado

  • Entrada: Gratuita

  • Acceso: Solo a pie o en taxi desde el centro


Cuevas del Conventico: refugio, rito y memoria bajo tierra

Melilla también se cuenta bajo tierra.

En el corazón de Melilla la Vieja, excavadas en la roca arenisca del acantilado, se encuentran las Cuevas del Conventico, un conjunto subterráneo que ha sido refugio, almacén, espacio religioso y testigo silencioso de siglos de historia. Su origen es parcialmente natural —formado por la erosión marina en la antigua Cala de Trápana— y parcialmente humano, ampliado y adaptado desde el siglo XVIII.

Historia viva en tres niveles

Las cuevas se dividen en tres niveles conectados por escaleras:

  • Nivel de entrada: galería irregular con ventanas al mar, donde se percibe la luz y el salitre del Mediterráneo.

  • Nivel intermedio: antiguo osario de la iglesia, hoy acceso a la Cala de Trápana.

  • Nivel inferior: el más monumental, con planta en cruz papal y bóvedas de ladrillo. Aquí se celebraban misas en tiempos de asedio, se escondían imágenes religiosas y hasta funcionó un horno de pan.

Durante el sitio de Melilla de 1774–75, las cuevas ofrecieron cobijo a la población civil y al clero. En el siglo XX, fueron restauradas y hoy forman parte del circuito patrimonial de la ciudad.

Una experiencia sensorial

Visitar las Cuevas del Conventico es descender a las entrañas de la ciudad. El eco de los pasos, la humedad de la piedra y las vistas al mar desde sus ventanas crean una atmósfera única. Es un lugar donde la historia se siente, no solo se observa.

Información práctica

  • Dirección: Calle de la Iglesia 2–4, Melilla la Vieja

  • Horario:

    • Invierno: Martes a sábado 10:00–14:00 y 16:30–20:00; domingos 10:30–14:00

    • Verano: Martes a sábado 10:30–14:00 y 17:00–21:00; domingos 10:30–14:00

    • Cerrado los lunes

  • Entrada: Gratuita para ciudadanos de la

  • Reservas: 952 680 929 / ciudadmonumental@melilla.es


Torreón del Bonete y Faro: luz sobre la frontera

En el extremo oriental de Melilla la Vieja, donde el mar golpea con fuerza y la historia se asoma al horizonte, se alza el Torreón del Bonete. Este bastión de piedra, construido en 1515, fue durante siglos vigía de embarcaciones, punto defensivo y escenario de leyendas. Su nombre proviene de su forma peculiar, que recuerda al gorro usado por seminaristas y eclesiásticos. A lo largo de los siglos, también fue conocido como Torreón de las Cruces o incluso Palo del Suplicio, por las ejecuciones que allí se realizaban.

Un faro con alma

Sobre el torreón se construyó en 1918 el actual Faro de Melilla, una estructura de dos pisos con torre cilíndrica troncocónica, revestida con sillares de basalto del monte Gurugú. Su linterna, equipada con una lente Fresnel fabricada en París en 1890, ofrece un campo de iluminación de 180º, suficiente para guiar a los barcos que llegan desde la península.

Este faro no es solo funcional: es símbolo de bienvenida, el primer destello que ven los viajeros al llegar por mar. Su silueta es una de las más fotografiadas de la ciudad, y desde su azotea se contemplan vistas espectaculares del puerto, el Frente de Trápana y el Mediterráneo abierto.

Patrimonio vivo

El Torreón del Bonete forma parte del Primer Recinto Fortificado de Melilla la Vieja y está declarado Bien de Interés Cultural. Su historia está ligada a la evolución defensiva de la ciudad, desde los cañones a barbeta del siglo XVIII hasta su uso como torre de señales nocturnas con fogatas.

Información práctica

  • Ubicación: Frente de Mar, Melilla la Vieja

  • Acceso: Exterior visible todo el año; interior no siempre abierto al público

  • Recomendación: Visita al atardecer para capturar la luz del faro sobre el mar


Centro de Interpretación de Melilla la Vieja: el arte de leer murallas

Melilla no solo se recorre, se interpreta.

En pleno corazón del Primer Recinto Fortificado, dentro del histórico Torreón de las Cabras, se encuentra el Centro de Interpretación de Melilla la Vieja (CIMLaV). Este espacio expositivo, impulsado por la Fundación Melilla Ciudad Monumental, está diseñado para ayudar al visitante a comprender la evolución arquitectónica, defensiva y urbana de la ciudad desde sus orígenes hasta el presente.

Un museo vivo entre piedras

El centro se distribuye en dos niveles:

  • Nivel superior: accesible desde la Cuesta de la Florentina, ofrece una visión panorámica de los recintos amurallados.

  • Nivel inferior: se accede desde el ascensor instalado en el torreón, al nivel de la antigua cota de desembarco.

En el centro de la sala emerge un muro original descubierto entre los restos del terraplén, visible a través de una losa acristalada. A su alrededor, paneles, maquetas y recursos audiovisuales narran la historia de Melilla como ciudad fortificada, desde Rusadir hasta el siglo XX. Es un espacio que convierte la arquitectura en relato.

Ideal para comenzar la visita

El CIMLaV es el punto de partida perfecto para entender la lógica de los cuatro recintos fortificados, los usos militares y civiles de cada espacio, y la evolución urbana de Melilla la Vieja. Además, ofrece visitas guiadas que contextualizan cada rincón del casco histórico.

Información práctica

  • Dirección: Cuesta de la Florentina, s/n – Torreón de las Cabras

  • Horario:

    • Invierno: Martes a sábado 10:00–14:00 y 16:00–20:00; domingos 10:30–14:00

    • Verano: Martes a sábado 10:30–14:00 y 17:00–21:00; domingos 10:30–14:00

    • Cerrado los lunes

  • Entrada: Gratuita para ciudadanos de la UE

  • Contacto: 952 686 089 / ciudadmonumental@melilla.es