
Introducción
Madrid guarda secretos entre sus muros. No en los museos ni en las avenidas, sino en los edificios que ya no se nombran, en las fachadas que nadie mira, en los pasillos que fueron transitados por cuerpos enfermos, almas poderosas o voces que ya no están. Esta ciudad, tan viva, tiene rincones que parecen suspendidos en el tiempo, donde la historia no se exhibe, sino que se oculta.
Hay hospitales que ya no curan, pero aún respiran. Palacios que no reciben visitas, pero conservan el eco de sus antiguos dueños. Lugares donde el mármol se agrieta como si quisiera hablar, donde las ventanas cerradas parecen observar, donde el silencio pesa más que el ruido.
Esta guía no es turística. Es emocional. Es para quienes caminan despacio, para quienes sienten que la ciudad tiene capas invisibles. Para quienes saben que hay belleza en lo que se olvida, y misterio en lo que se conserva.
El Hospital de la Marina
La imagen que abre esta ruta muestra una sala del antiguo Hospital de la Marina. Techos altos, luz oblicua, paredes que parecen haber escuchado demasiado. Este edificio, hoy en desuso, fue testigo de cuidados, esperas, y despedidas. Su arquitectura austera y su ubicación discreta lo convierten en uno de esos espacios que no se visitan, pero que se sienten.
Dicen que por las noches, la temperatura baja sin explicación. Que hay puertas que se cierran solas. Que algunos trabajadores del entorno prefieren no pasar cerca cuando cae el sol. No hay leyenda oficial, pero sí una atmósfera que incomoda. Como si el edificio recordara demasiado.

¿Por qué fue abandonado el Hospital de la Marina?
El Hospital de la Marina, también conocido como Sanatorio de Los Molinos, fue construido en 1943 por orden de Francisco Franco para tratar a marineros enfermos de tuberculosis. Su ubicación en la Sierra de Guadarrama ofrecía un aire puro ideal para tratamientos respiratorios.
Durante décadas, funcionó como sanatorio militar, con 177 camas distribuidas en 55 habitaciones. Sin embargo, su cierre se produjo por varias razones:
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Desaparición progresiva de la tuberculosis como enfermedad prevalente, gracias a los avances médicos.
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Cambio en los modelos de atención sanitaria, que dejaron obsoletos los sanatorios aislados.
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Falta de mantenimiento y presupuesto, lo que llevó al deterioro del edificio.
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Desinterés institucional por reconvertirlo o conservarlo, a pesar de su valor histórico.
El hospital cerró oficialmente en 2001–2002, y desde entonces ha quedado en estado de abandono.
¿Se puede visitar?
No está abierto al público ni tiene visitas oficiales. El edificio se encuentra en ruinas, con acceso restringido por motivos de seguridad. A pesar de ello:
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Curiosos, exploradores urbanos y amantes del misterio lo visitan de forma clandestina.
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Se han reportado fenómenos paranormales, como voces, ruidos inexplicables y cambios de temperatura.
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El lugar ha sido escenario de grafitis, saqueos y prácticas como la ouija, lo que ha aumentado su fama pero también su deterioro.
El Ayuntamiento de Los Molinos no promueve visitas y desaconseja el acceso, tanto por razones legales como por el riesgo estructural.
El Hospital de la Sagrada Pasión

Donde la caridad se convirtió en arquitectura, y la arquitectura en memoria.
Madrid, siglo XV. La ciudad crece, pero también enferma. En sus calles empedradas, entre comerciantes y clérigos, hay cuerpos que no aguantan el invierno, mujeres que paren sin ayuda, mendigos que mueren sin nombre. En 1465, dos regidores madrileños —Juan González de Armunia y Gonzalo Monzón— deciden fundar un hospital. No uno cualquiera: uno dedicado a la Pasión de Cristo, como símbolo del sufrimiento humano. Lo llaman Hospital de la Sagrada Pasión, y lo levantan junto a la iglesia de San Millán, en la Plaza de la Cebada.
Durante más de un siglo, este hospital acoge a los más pobres, a los más rotos. No hay lujo, pero sí compasión. Las monjas cuidan, los médicos improvisan, los muros escuchan. Pero Madrid sigue creciendo, y en 1587, bajo el reinado de Felipe II, se decide fusionar varios hospitales en uno solo: el Hospital General de Madrid, ubicado en la calle de Atocha. El de la Pasión se integra en este nuevo complejo, y pasa a ser conocido como el Hospital General y de la Pasión.

El edificio que lo alberga, diseñado por José de Hermosilla y ampliado por Sabatini y Villanueva, se convierte en uno de los más imponentes de la ciudad. Sus patios, sus galerías, sus salas separadas por género —hombres en el General, mujeres en la Pasión— son testigos de siglos de cuidados, epidemias, partos, agonías y esperanzas.
Pero el tiempo no perdona. Con la llegada del siglo XX, el hospital deja de funcionar como tal. El edificio se transforma, se adapta, se reinventa. Hoy, sus muros albergan el Museo Reina Sofía, y aunque el arte ha sustituido a la medicina, hay algo que permanece: el eco.
Dicen que en ciertas salas, el silencio es distinto. Que hay esquinas donde el aire pesa. Que algunos vigilantes nocturnos prefieren no mirar demasiado tiempo ciertos pasillos. No hay leyenda oficial, pero sí memoria. Y la memoria, como la pasión, no se borra.
Testimonios actuales de trabajadores y vigilantes del Museo Reina Sofía

Testimonios reales recogidos en medios especializados
Según el sitio Actividad Paranormal y el blog Historias de la Cripta, los siguientes fenómenos han sido reportados por personal del museo:
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Voces en salas vacías: varios vigilantes nocturnos han declarado escuchar conversaciones apagadas, gritos o susurros en espacios cerrados sin presencia humana.
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Puertas que se abren solas: incluso con sistemas de seguridad modernos, hay registros de puertas que se mueven sin causa física aparente.
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Alarmas sin explicación: en más de una ocasión, las alarmas del museo se han activado sin que se detecte movimiento ni fallo técnico.
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Sombras fugaces: algunos trabajadores afirman haber visto figuras humanas cruzar pasillos o aparecer en salas cerradas.
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Presencias en la zona antigua: especialmente en las áreas que correspondían al hospital, se reporta una atmósfera más densa, con sensación de ser observado.
Un caso documentado
El cronista oficial de Madrid, Ángel del Río, relata en su libro Duendes, fantasmas y casas encantadas de Madrid que algunos vigilantes decidieron hacer una sesión de ouija en el museo. Según el testimonio, la tabla se movió sola y desde entonces, varios empleados aseguran haber sentido “algo” en ciertas salas.
En medios audiovisuales
El programa Milenio 3 de Iker Jiménez dedicó un episodio completo a los sucesos del Reina Sofía, con grabaciones perturbadoras y testimonios de trabajadores que se negaban a hacer rondas nocturnas solos
Hospital de Jornaleros de San Francisco de Paula

El Hospital de Maudes nació como un acto de generosidad y se convirtió en una joya arquitectónica que aún hoy parece susurrar historias entre sus muros.
A principios del siglo XX, Madrid crecía a ritmo acelerado, pero no todos sus habitantes podían seguirle el paso. En los barrios obreros de Cuatro Caminos y Tetuán, los jornaleros enfermaban sin tener dónde curarse. Fue entonces cuando Dolores Romero Arano, viuda de Curiel, decidió levantar un hospital para ellos. No uno cualquiera, sino uno que ofreciera asistencia gratuita, digna y cercana. Lo llamó Hospital de Jornaleros de San Francisco de Paula, aunque con el tiempo todos lo conocerían como el Hospital de Maudes, por la calle que lo abrazaba.
Para diseñarlo, confió en dos arquitectos que estaban revolucionando Madrid: Antonio Palacios y Joaquín Otamendi. Ellos imaginaron un edificio que no pareciera un hospital, sino un palacio de piedra blanca, con torres, patios ajardinados y una capilla central que parecía una catedral en miniatura. El resultado fue tan bello como funcional: 150 camas, luz natural en todas las salas, y una distribución que respetaba la intimidad y el descanso.

El hospital abrió sus puertas en 1916, y durante décadas fue un refugio para quienes no tenían otro. Pero el tiempo pasó, y con él, las prioridades cambiaron. El edificio cerró en los años 70 y quedó abandonado durante más de 15 años, víctima del olvido y el deterioro. Sus muros, que habían albergado cuidados, empezaron a llenarse de grietas y grafitis. Parecía condenado a desaparecer.
Hasta que en los años 80, la Comunidad de Madrid lo rescató. Lo restauró con respeto, conservando su esencia, y lo convirtió en sede administrativa. Hoy, el Hospital de Maudes no cura cuerpos, pero sigue siendo un lugar que emociona a quien lo contempla. No está abierto al público de forma regular, pero en ocasiones especiales —como Open House Madrid— se puede entrar y sentir lo que fue.
Dicen que en su capilla aún se percibe el eco de las oraciones. Que sus patios guardan el silencio de quienes allí descansaron. Y que, aunque ya no sea hospital, sigue siendo un lugar que cuida, a su manera.

Testimonios y leyendas actuales
Aunque no es tan conocido como otros enclaves paranormales de Madrid, el Hospital de Maudes ha generado inquietud entre vecinos, vigilantes y exploradores urbanos. Aquí algunos relatos recogidos en medios como aquímadriZ y Centenario Palacios:
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Sombras en los ventanales: vecinos de Cuatro Caminos aseguran haber visto figuras humanas tras las ventanas del hospital cuando estaba completamente vacío.
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Sonidos inexplicables: durante su abandono, se reportaron ruidos metálicos, pasos y lo que parecía una tuba grave resonando desde el interior. Algunos lo atribuyen al “fantasma de Palacios”, el arquitecto que diseñó el edificio.
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Sensación de vigilancia: exploradores que se colaron en el edificio en los años 80 describen una atmósfera opresiva, como si alguien los siguiera por los pasillos.
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Luces que parpadean sin causa: incluso tras su rehabilitación, trabajadores han comentado que ciertas zonas del edificio tienen comportamientos eléctricos extraños.
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Presencias en la capilla: se dice que la capilla central, donde se realizaban oraciones por los enfermos, conserva una energía especial. Algunos visitantes afirman haber sentido frío repentino o incomodidad al entrar.
Narrativas culturales
El evento El fantasma de Palacios, celebrado en 2024, recreó estas leyendas con guion original y ambientación sonora, reforzando la idea de que el edificio conserva una memoria emocional que va más allá de lo arquitectónico.
Palacios encantados de Madrid

Madrid no solo es ciudad de reyes, sino de sus sombras. Entre avenidas bulliciosas y plazas luminosas, se alzan palacios que parecen dormir… pero no del todo. Son edificios que guardan siglos de historia, lujo, intriga y, según muchos, presencias que no se han ido. No hablamos de castillos medievales ni mansiones abandonadas, sino de residencias aristocráticas que aún respiran, convertidas hoy en museos, sedes culturales o espacios administrativos.
En sus salones dorados se celebraron bailes, conspiraciones, duelos y funerales. En sus pasillos, se escucharon secretos que nunca salieron al patio. Y en sus sótanos, según algunos, aún se oyen pasos que no deberían estar ahí.
Esta ruta no busca confirmar ni desmentir lo paranormal. Lo que sí propone es sentir. Sentir el peso de la historia, el eco de las emociones, y la posibilidad de que la memoria arquitectónica tenga voz propia. Porque hay lugares que no se olvidan… y otros que no quieren ser olvidados.
Palacio de Linares, entre espejos y espectros

En el corazón de Madrid, donde la plaza de Cibeles se abre como un abanico de piedra y tráfico, se alza un edificio que parece más un decorado que una residencia. El Palacio de Linares, con sus balcones tallados, sus esculturas vigilantes y su aire de ópera suspendida, no nació para ser discreto. Fue construido entre 1877 y 1900 como capricho arquitectónico de José de Murga y Reolid, primer marqués de Linares, y su esposa Raimunda Osorio y Ortega, en pleno auge de la burguesía madrileña.
Dicen que el solar donde se levantó había sido antes el Pósito Real, almacén de grano para los pobres. Pero los Murga querían algo más: un palacio que rivalizara con los de París, con mármoles traídos de Italia, tapices flamencos, y una escalera que pareciera flotar. Lo lograron. El resultado fue un edificio neobarroco, diseñado por Carlos Colubí, Adolf Ombrecht y Manuel Aníbal Álvarez, con cuatro plantas, subsótano, y una decoración interior que aún hoy deja sin aliento

Pero la historia del palacio no es solo de lujo. Es también de silencio, culpa y leyenda. Según los rumores, José y Raimunda eran medio hermanos, y al descubrirlo tras casarse, decidieron no tener descendencia. Sin embargo, una niña nació. Se llamaba Raimunda, como su madre, y según la leyenda, fue ocultada, apartada… o algo peor. No hay documentos oficiales que lo confirmen, pero el relato ha sobrevivido, alimentado por psicofonías, testimonios y visitas guiadas que aún hoy estremecen.
Tras la muerte de los marqueses, el palacio pasó por varias manos, fue abandonado, y en 1992 se convirtió en sede de la Casa de América, tras una restauración que respetó su esplendor y sus sombras. Hoy, se celebran allí exposiciones, conferencias y recepciones diplomáticas. Pero hay salas que no se usan. Hay puertas que no se abren. Y hay noches en las que, según algunos vigilantes, se oyen pasos, voces infantiles, y una melodía que no está en el programa.

El Palacio de Linares es uno de los lugares con más testimonios paranormales documentados en Madrid. Vigilantes, técnicos, restauradores e incluso periodistas han reportado fenómenos inquietantes desde los años 90 hasta hoy.
Testimonios reales recogidos en medios especializados
Según fuentes como Actividad Paranormal, Portal Paranormal y Legados del Misterio, estos son algunos de los fenómenos más repetidos:
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Psicofonías: en 1990, durante las obras de rehabilitación, se grabaron voces infantiles que decían “¡mamá!” y “Raimunda, Raimunda”. Estas grabaciones fueron analizadas por expertos como Pedro Amorós y Fernando Jiménez del Oso.
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Apariciones: varios vigilantes nocturnos afirman haber visto la figura de una niña en los pasillos, vestida de blanco, que desaparece al ser observada.
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Luces que se encienden solas: técnicos de mantenimiento reportaron que ciertas lámparas se activaban sin conexión eléctrica, especialmente en la sala de música y la capilla.
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Sensación de presencia: restauradores que trabajaron en el palacio durante los años 90 describen una atmósfera “densa”, con cambios bruscos de temperatura y sensación de ser observados.
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Puertas que se cierran sin causa: en visitas guiadas, algunos asistentes han presenciado cómo puertas pesadas se cerraban solas, sin corriente de aire ni intervención humana.
El caso Raimunda
La leyenda de Raimunda, la hija secreta de los marqueses, es el eje emocional de estos fenómenos. Aunque no hay registro oficial de su nacimiento, la psicofonía que repite su nombre ha sido considerada una de las más claras de España. Algunos investigadores creen que el trauma familiar quedó “impreso” en el edificio, generando lo que llaman memoria residual.

El Palacio de Linares ofrece visitas guiadas los fines de semana, con precios desde 8 € por persona. Se recomienda reservar con antelación y optar por la visita teatralizada si buscas una experiencia más envolvente.
Horarios de visita (actualizados para 2025)
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Sábados y domingos
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Visitas guiadas: 11:00, 12:00, 13:00
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Visitas teatralizadas: 17:00 y 18:30
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Duración: aproximadamente 1 hora
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Idioma: español (consultar disponibilidad en inglés)
No hay visitas entre semana salvo eventos especiales o grupos privados con cita previa.
Precios de entrada
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Visita guiada:
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Entrada general: 8 €
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Entrada reducida (mayores de 65, estudiantes): 6 €
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Visita teatralizada:
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Entrada general: 10 €
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Entrada reducida: 8 €
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Niños menores de 6 años:
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Gratis
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¿Dónde comprar las entradas?
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En línea: A través de la web oficial de Casa de América encontrarás el calendario de visitas, horarios disponibles y el enlace directo a la plataforma de compra anticipada.
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En taquilla: Puedes adquirirlas directamente en la entrada del palacio, aunque se recomienda reservar con antelación, especialmente para las visitas teatralizadas, que suelen agotarse.
Recomendaciones para la visita
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Llega 10 minutos antes: el acceso se realiza en grupo y no se permite entrar una vez comenzada la visita.
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Elige la teatralizada si te interesa la historia paranormal: actores recrean escenas de los marqueses y la leyenda de Raimunda.
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Observa los detalles: techos pintados, tapices, suelos de madera exótica… cada sala tiene su propio estilo.
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Pregunta por la sala de música y la capilla: son los espacios donde más testimonios paranormales se han registrado.
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Evita llevar mochilas grandes: no se permite entrar con bultos voluminosos.
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Consulta eventos especiales: a veces hay conciertos, exposiciones o visitas nocturnas temáticas.
Palacio de los Duques de Osuna: el corazón secreto de El Capricho

En el extremo noreste de Madrid, donde la ciudad se disuelve en jardines y el aire huele a boj y a historia, se esconde uno de los rincones más singulares y misteriosos de la capital: El Capricho de la Alameda de Osuna. Y en su centro, como un susurro de mármol entre árboles centenarios, se alza el Palacio de los Duques de Osuna.
Fue mandado construir a finales del siglo XVIII por una mujer extraordinaria: María Josefa Pimentel, duquesa de Osuna, mecenas de artistas, ilustrada, y una de las figuras más fascinantes del Madrid dieciochesco. Junto a su esposo, Pedro Téllez-Girón, creó este jardín como un refugio de belleza, arte y pensamiento, lejos del protocolo de la corte. Aquí se reunían poetas, músicos, pintores y filósofos. Aquí paseó Goya, que pintó a la duquesa con mirada altiva y alma inquieta.
El palacio, de estilo neoclásico, no es ostentoso, pero sí elegante. Fue concebido como una residencia de recreo, rodeada de un jardín que es en sí mismo una obra de arte: laberintos, templetes, ermitas falsas, un canal navegable, un abejero, un embarcadero, y hasta un búnker de la Guerra Civil oculto bajo tierra. Todo en El Capricho parece diseñado para sorprender, emocionar y desconcertar.

Tras la muerte de la duquesa, el lugar cayó en el olvido. Fue cuartel, hospital de sangre, almacén… y durante décadas, el palacio permaneció cerrado, silencioso, como si esperara algo. Hoy, aunque el jardín está abierto al público, el edificio principal sigue sin uso regular, y su interior permanece vedado, alimentando leyendas y preguntas.
Dicen que en ciertas noches, cuando el parque duerme, se oyen pasos en el salón de baile, y que una figura vestida de blanco se asoma a los balcones. Algunos creen que es la duquesa, que nunca quiso abandonar su refugio. Otros, que es el eco de las fiestas, los suspiros, los secretos que allí se vivieron.
El Palacio de los Duques de Osuna, en El Capricho, ha sido fuente de leyendas y testimonios paranormales desde su abandono en el siglo XX. Visitantes, vigilantes y vecinos han reportado presencias, sonidos inexplicables y figuras fantasmales, especialmente en el palacio y sus jardines más ocultos.

Testimonios paranormales en El Capricho
Según fuentes como Gato por Madrid y Libertad Digital, estos son algunos de los fenómenos más comentados:
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La dama blanca del balcón: varios vigilantes nocturnos afirman haber visto una figura femenina vestida de blanco asomada al balcón principal del palacio. Se cree que podría ser la duquesa María Josefa Pimentel, que nunca quiso abandonar su refugio ilustrado.
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Pasos en el salón de baile: durante las décadas en que el palacio estuvo cerrado, técnicos y restauradores reportaron sonidos de pasos, crujidos de madera y ecos de música lejana, sin que hubiera nadie en el edificio.
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Susurros en el laberinto: visitantes del jardín han descrito una sensación de desorientación extrema en el laberinto vegetal, acompañada de voces que parecen venir “de dentro de la tierra”. Algunos lo atribuyen al búnker subterráneo construido durante la Guerra Civil.
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Luces en la ermita falsa: en la pequeña construcción que simula una ermita abandonada, se han visto luces encenderse sin conexión eléctrica. Se dice que fue usada para rituales simbólicos por la duquesa y sus invitados.
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Presencias en el templete de música: músicos que han tocado en eventos culturales en El Capricho afirman haber sentido “una sombra detrás” mientras interpretaban piezas clásicas. Algunos lo relacionan con el espíritu de Boccherini, frecuente visitante del jardín.
Estos testimonios no están oficialmente documentados, pero forman parte del imaginario emocional del parque. El Capricho no es solo un jardín: es un escenario de memorias, secretos y ecos que aún resuenan entre sus árboles.

El Parque de El Capricho, donde se encuentra el Palacio de los Duques de Osuna, abre solo fines de semana y festivos, con entrada gratuita. Las visitas guiadas al parque y al búnker requieren reserva previa.
Horarios de visita al parque
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Días de apertura:
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Sábados, domingos y festivos
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Cerrado de lunes a viernes
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Horario de abril a septiembre:
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De 9:00 a 21:00
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Horario de octubre a marzo:
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De 9:00 a 18:30
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Último acceso: 30 minutos antes del cierre
Entrada principal: Paseo de la Alameda de Osuna, 25 (Metro El Capricho – Línea 5)
Precio
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Entrada al parque: Gratis
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Visitas guiadas al parque:
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Gratuitas o de pago simbólico, según el programa (Pasea Madrid, Madridquéteví, )
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Requieren reserva previa online
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Visitas al búnker de la Guerra Civil:
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Gratuitas, organizadas por el Ayuntamiento de Madrid
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Solo en fechas concretas del año
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Requieren inscripción previa en el programa Pasea Madrid
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Recomendaciones para la visita
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Llega temprano: el aforo es limitado y se llena rápido, especialmente en primavera y otoño.
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Consulta las visitas guiadas: algunas incluyen acceso a zonas cerradas como el búnker o el palacio.
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No se permite: entrar con mascotas, bicicletas, patinetes, ni hacer picnic.
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Lleva calzado cómodo: el parque tiene caminos de tierra, desniveles y zonas boscosas.
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Ideal para fotografía: el Templete de Baco, la Casa de la Vieja y la Exedra son rincones mágicos.
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Atención al laberinto: es fácil perderse… y no solo físicamente.
Palacio de Cañete: historia de un noble, un duelo y un eco que aún recorre la calle Mayor

En plena calle Mayor, entre escaparates modernos y turistas que buscan sombra, hay un edificio que parece mirar el tiempo de reojo. Es el Palacio de Cañete, una de esas joyas que Madrid esconde a plena vista. Su fachada sobria, de piedra y balcones enrejados, no grita su historia… pero la susurra. Y si uno se detiene, puede oírla.
Todo comenzó en el siglo XVI, cuando Don Diego de Cárdenas y Enríquez, primer marqués de Cañete, mandó construir esta residencia en el corazón de la villa. Era una época de esplendor imperial, de nobles que querían estar cerca del Alcázar Real y del poder. El palacio fue levantado sobre restos medievales, y desde el principio estuvo marcado por la ambición, el linaje y la tragedia.
A lo largo de los siglos, pasó por manos de familias ilustres, fue reformado, ampliado, y hasta testigo de un duelo mortal en sus salones. Se dice que un joven noble murió atravesado por una espada tras una discusión de honor, y que desde entonces, algunas noches se oyen pasos apresurados y el eco de un portazo que nadie da.
En el siglo XX, el edificio fue restaurado con mimo y hoy es sede del Centro Sefarad-Israel, dedicado al diálogo cultural. Pero su alma antigua sigue ahí: en los techos artesonados, en los patios interiores, en la escalera que cruje como si recordara cada pisada.
El Palacio de Cañete no es el más famoso, ni el más fotografiado. Pero es, quizá, uno de los más vivos en su silencio. Un lugar donde la historia no se exhibe: se intuye.

El Palacio de Cañete, en la calle Mayor 69 de Madrid, es conocido por sus leyendas paranormales desde el siglo XVII. Aunque no está abierto al público de forma regular, se puede visitar en ocasiones especiales como el programa “¡Bienvenidos a Palacio!”.
Testimonios paranormales reales
El edificio, también llamado Palacio del Marqués de Camarasa, ha sido escenario de sucesos inquietantes desde 1654:
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El crimen del Marqués de Cañete: murió atravesado por una espada durante una reunión con el clérigo Antonio Armada. Este fue acusado y ejecutado, pero algunos testimonios posteriores sugieren que el verdadero asesino nunca fue descubierto.
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La leyenda de la mano cortada: como escarmiento, la mano del clérigo fue colgada en la puerta del palacio. Desde entonces, se dice que el espíritu del marqués vaga por el edificio buscando justicia.
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Presencias en los pasillos: trabajadores del Centro Sefarad-Israel, actual sede del palacio, han reportado escalofríos, puertas que se cierran solas y sombras fugaces.
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Apariciones dobles: algunos testigos afirman haber visto simultáneamente dos figuras: una que parece el marqués, otra el clérigo, como si repitieran eternamente el momento del crimen.
Detalles de visita
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Ubicación: Calle Mayor 69, junto a la Plaza de la Villa.
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Actual uso: Sede del Centro Sefarad-Israel y del Club de Madrid.
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Visitas públicas:
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Solo disponibles en fechas concretas, como el programa ¡Bienvenidos a Palacio! (septiembre–noviembre).
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Requieren inscripción previa online.
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Gratuitas y guiadas por expertos en historia y patrimonio.
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Recomendaciones:
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Consulta la web de la Comunidad de Madrid para fechas actualizadas.
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No hay acceso libre ni taquilla física.
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Palacio de Godoy: el eco de un poder caído

En una calle discreta del centro de Madrid, donde la Gran Vía se disuelve en cuestas y adoquines, se alza un edificio que parece no querer llamar la atención… y sin embargo, lo hace. Es el Palacio de Godoy, en la calle de la Flor Alta, una construcción que fue símbolo de ambición, lujo y caída estrepitosa. Su historia es tan intensa como el personaje que le dio nombre: Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, favorito de Carlos IV y figura clave (y polémica) del final del Antiguo Régimen.
El palacio fue construido a finales del siglo XVIII, en pleno auge del poder de Godoy. Aunque no fue su residencia principal, sí formó parte de su red de propiedades en Madrid, y se cree que aquí celebró reuniones privadas, recepciones diplomáticas y encuentros más discretos. El edificio, de estilo neoclásico sobrio, fue reformado varias veces y ha tenido múltiples usos: sede militar, archivo, oficinas… pero su atmósfera sigue siendo la de un lugar cargado de historia no dicha.

Tras la caída de Godoy en 1808, acusado de traición y corrupción, el palacio fue confiscado y su nombre borrado de muchos registros. Pero el edificio resistió, como si se negara a desaparecer del todo. Hoy, aunque no está abierto al público de forma regular, sigue en pie como testigo mudo de una época de intrigas, pasiones y conspiraciones.
Dicen que en sus pasillos aún se percibe un aire denso, como de espera. Que hay habitaciones donde la luz parece no asentarse. Y que algunos trabajadores han sentido una presencia que no saben nombrar, pero que parece observar.

El Palacio de Godoy, también conocido como Palacio del Marqués de Grimaldi, ha sido escenario de leyendas y testimonios inquietantes desde el siglo XIX. Aunque no está abierto al público de forma regular, puede visitarse mediante el programa “¡Bienvenidos a Palacio!” de la Comunidad de Madrid.
Testimonios paranormales reales
Según Madrid Misterioso y Time Out, estos son algunos de los fenómenos más comentados:
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Presencias en la escalera principal: trabajadores del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC), actual sede del palacio, han reportado sombras fugaces y sensación de ser observados al subir la monumental escalera diseñada por Sabatini.
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Ecos de conspiración: algunos vigilantes afirman haber oído voces masculinas discutiendo en despachos vacíos, como si se repitieran las intrigas políticas que marcaron la caída de Godoy en 1808.
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Luces que se encienden solas: durante reformas recientes, técnicos reportaron activación de lámparas sin conexión eléctrica, especialmente en la planta noble.
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Sensación de densidad: visitantes del programa “¡Bienvenidos a Palacio!” describen una atmósfera “pesada” en ciertas salas, como si el edificio recordara su pasado de poder y traición.
Detalles de visita
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Ubicación: Plaza de la Marina Española, 9 (junto al Senado y calle Bailén)
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Nombre oficial: Palacio del Marqués de Grimaldi o Palacio de Godoy
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Uso actual: Sede del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC)
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Visitas públicas:
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Solo disponibles mediante el programa ¡Bienvenidos a Palacio!
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Gratuitas y guiadas por especialistas en patrimonio
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Requieren inscripción previa online
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Fechas habituales: septiembre a diciembre
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Recomendaciones
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Consulta la web oficial: las plazas se agotan rápido y se abren por temporadas.
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No hay acceso libre ni taquilla física: solo visitas organizadas.
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Atención a la escalera: es uno de los espacios más comentados por su efecto visual y su atmósfera.
Palacio de Fernán Núñez: el esplendor romántico que aún respira en Lavapiés

En la calle de Santa Isabel, entre el bullicio del Reina Sofía y el murmullo de Lavapiés, se alza un edificio que parece sacado de otro siglo. Es el Palacio de Fernán Núñez, una joya del romanticismo madrileño que aún conserva el perfume de los bailes de época, los espejos dorados y los secretos de la aristocracia decimonónica.
Fue construido en el siglo XVIII, pero alcanzó su máximo esplendor a mediados del XIX, cuando María del Pilar Ossorio y Gutiérrez de los Ríos, duquesa de Fernán Núñez, lo convirtió en su residencia principal. Mujer culta, viajera y mecenas, transformó el palacio en un centro de vida social y cultural. Por sus salones pasaron políticos, artistas, diplomáticos y escritores. El edificio fue ampliado y decorado con un gusto exquisito: techos pintados al fresco, lámparas de cristal de La Granja, suelos de taracea, y un salón de baile que aún parece esperar una orquesta.
El palacio sobrevivió a guerras, repúblicas y dictaduras. Fue alquilado, abandonado, restaurado… y hoy es sede de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, lo que le da un aire curioso: entre retratos de nobles y arañas de cristal, se exponen maquetas de trenes y documentos ferroviarios.
Pero su alma sigue intacta. Dicen que en ciertas noches, cuando el edificio duerme, se oyen pasos en la galería de espejos, y que una figura femenina, vestida de blanco y con abanico, se asoma al balcón que da a Santa Isabel. Algunos creen que es la duquesa, que aún espera a sus invitados.

El Palacio de Fernán Núñez, en la calle Santa Isabel, conserva su mobiliario original del siglo XIX y ha sido escenario de testimonios paranormales y experiencias inmersivas. Puede visitarse mediante reserva previa con la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.
Testimonios paranormales y leyendas
Aunque no hay registros oficiales de fenómenos paranormales, el palacio ha inspirado relatos y experiencias que alimentan su aura misteriosa:
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Presencias en el salón de baile: visitantes y trabajadores han descrito una sensación de “ser observados” en la gran sala de espejos, especialmente al atardecer, cuando la luz se filtra entre cortinas pesadas y lámparas de cristal.
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La dama del abanico: se dice que una figura femenina vestida de blanco ha sido vista en los balcones del piso noble. Algunos la identifican con la duquesa María del Pilar Ossorio, gran anfitriona del siglo XIX.
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Experiencias inmersivas: eventos como Hidden Evidence o Murder Mystery han recreado asesinatos ficticios y cultos secretos en el palacio, aprovechando su atmósfera romántica y su decoración original.
Detalles de la visita
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Ubicación: Calle de Santa Isabel, 44 (junto al Museo Reina Sofía)
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Acceso: Solo mediante visitas guiadas con reserva previa
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Duración: Aproximadamente 90 minutos
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Idioma: Español
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Precio: Gratuito o simbólico, según la actividad
Cómo reservar
Recomendaciones
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Reserva con antelación: las plazas son limitadas y se agotan rápido.
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Ideal para amantes del arte y la historia: conserva alfombras, tapices, lámparas y muebles originales del siglo XIX.
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Consulta eventos especiales: a veces se organizan conciertos, exposiciones o experiencias teatrales.
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No accesible para personas con movilidad reducida.
"¡Bienvenidos a Palacio!”: el pasaporte cultural a los secretos mejor guardados de Madrid
Cada año, la Comunidad de Madrid abre las puertas de sus palacios más emblemáticos —muchos de ellos cerrados al público el resto del año— a través del programa “¡Bienvenidos a Palacio!”, una iniciativa que combina historia, arquitectura, arte y emoción.
Desde septiembre hasta diciembre, este proyecto permite visitar gratuitamente espacios como el Palacio de Godoy, el Palacio de Cañete, el Palacio de Fernán Núñez, el Palacio de Linares, entre otros. Las visitas son guiadas por especialistas en patrimonio y ofrecen una mirada íntima a salones, escaleras, jardines y leyendas que normalmente permanecen ocultos.
¿Cómo funciona?
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Inscripción previa online: las plazas se abren por temporadas y se agotan rápidamente.
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Visitas gratuitas: guiadas por historiadores, arquitectos o expertos en conservación.
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Duración: entre 60 y 90 minutos, según el palacio.
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Accesibilidad: algunos espacios no son accesibles para personas con movilidad reducida.
Madrid guarda sus secretos en piedra, terciopelo y silencio. Los palacios que hemos recorrido —Linares, Cañete, Osuna, Godoy, Fernán Núñez— no son solo edificios: son escenarios de memoria, donde la historia se mezcla con la leyenda y el presente con el misterio.
Gracias a programas como Bienvenidos a Palacio, podemos entrar, mirar, escuchar… y salir transformados. Porque cada visita es una conversación con el pasado, y cada rincón, una invitación a imaginar.
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